«Woody Allen y la Infanta Cristina»

MARGARITA Barbáchano 30/11/2013

Estos días está en cartelera la última película de Woody Allen: Blue Jasmine, una magnífica película que nos reconforta de las anteriores «tarjetas postales» que hizo el director neoyorquino en escenarios de Barcelona, Roma o París. La película, tremendamente actual, nos habla a través de sus personajes de la crisis económica y moral de determinados estamentos de la sociedad, donde la ética hace tiempo que se perdió en las jugadas de bolsa.

El retrato de la protagonista, interpretado de manera impecable por Cate Blanchett, es el de una mujer de la alta sociedad casada con un tiburón de las finanzas, con una vida espléndida, rodeada de lujos, viajes, cenas con amigos y celebraciones, y algún que otro acto benéfico en su agenda, envuelta en chaquetas y blusas de Chanel, que viaja rodeada de maletas de Vuitton, y complementos de Hermès (el mítico bolso Kelly del que no se desprende en toda la cinta es una excelente metáfora de su vida). Pero lo más interesante de este personaje, que vive en una confortable nube hasta que cae en picado, es precisamente su forma de blindarse ante las evidencias: «Yo no sé nada de los negocios en los que anda metido mi marido». «No entiendo absolutamente nada de finanzas, ¡qué horror, qué aburrimiento!» «Tengo una fe ciega en mi marido, firmo todos los papeles que me da», son algunas de las brillantes frases que la rubia actriz despliega a lo largo de la primera parte de la película. ¿Les suena?

Argumentos que estamos cansados de oír en los telediarios españoles a las esposas, amantes o compañeras cuando la Justicia parece que intenta imputarlas en casos de corrupción, y que flaco favor hacen al género femenino en su conjunto al aparecer como limitadas mentales, protegidas en tan infantil excusa. Estas respuestas (orales o trasladadas a través de sus abogados de alto bufete) son las habituales de la Pantoja, de la esposa de Fabra que dijo aquello tan genial «Con mis amigas solo hablamos de cosas de mujeres; ya sabe: maquillajes, cómo podemos estar más guapas-«, o de la infanta Cristina que no sabe nada, aunque firmara papeles y siga siendo la propietaria del 50% de la empresa Aizoon. Pero a ella parece que «preventivamente» no se la puede imputar en nada. ¿Por qué? No lo sabemos, a lo mejor es que la sangre real es diferente.

Afortunadamente la ficción de Allen es más justa y finaliza con el retrato mordaz de una perdedora que termina en un banco de la calle, agarrada a su bolso Hermès, hablando sola sin entender nada. La película, inspirada en el caso Madoff, muestra el expolio financiero de las grandes estafas piramidales y como acaban sus cerebros: el real detenido por el FBI acusado de fraude y condenado a 150 años de prisión. El marido de Jasmine, un listillo encantador que colocaba el capital de sus conocidos a cambio de grandes ganancias, tendrán que ver la película para ver cómo acaba.

 

Periodista y escritora

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