José Sacristán: «Quien dice lo de la cal viva y saluda a Otegi no estuvo allí»

José Sacristán: «Quien dice lo de la cal viva y saluda a Otegi no estuvo allí»

«Todo lo que soy se lo debo al chaval de Chinchón que todavía soy. Lo llevo siempre conmigo. Se sienta a mi lado a ver cine en la sala que tengo en mi casa y le tengo un respeto del copón. Echo mano de él cada vez que me pongo delante de una cámara o subo al escenario. Para mí, él es la médula espinal que alimenta este oficio. Lo que tiene de juego. Cuando jugaba a ser un mosquetero. Le tengo un cariño increíble. Y, sobre todo, procuro no hacer nada que le obligara a mandarme a la mierda. Llevo 60 años sobre el escenario y disfrutando como un cabrón con los jóvenes y con los no tan jóvenes. A ese crío se lo debo todo».

«Vamos a ver», empieza resignado el hombre que pretende ser Sacristán, «comparar lo que vivimos en la Transición con lo que está pasando ahora mismo no tiene sentido. Entonces existía una necesidad de contar y contarse. Era una cuestión natural, biológica, una urgencia… Sería terrible considerar que lo vivido desde el 75 a ahora tuviera algo que ver con el franquismo. Reprocho a los emergentes la impaciencia de los malos aprendices. Por dios, ¡cómo se puede decir eso de la cal viva! Quien dice eso y luego saluda al ‘ciudadano’ Otegui es que no estuvo ahí. Hay que tener claro de dónde se viene para hablar. Si antes entrabas en una capilla sin sostén, ibas a la puta cárcel directamente. No jodamos».

 Por cierto, ¿a usted, como a tantos, le duele España?

[La mirada denota paciencia. Eso o algo más grave] Lo que me duele es que la izquierda haya hecho tan mal las cosas. Y hablo de la izquierda exclusivamente porque a la derecha no le doy ningún crédito ni moral ni de ningún tipo. Lo que se ha hecho pésimamente es la malversación de un depósito moral que le correspondía a la izquierda. Lo ha malversado, lo ha lapidado y lo ha mandado a tomar por culo. Ahora la reelección del nuevo secretario de UGT es un episodio corporativo como si hubieran cambiado al de El Corte Inglés. Ellos solitos, los propios sindicalistas han mandado a la mierda todo. Por eso han aparecido estos muchachos. Pero míralos. Ellos mismos vuelven a reproducir los vicios de los anteriores. De un plumazo, este muchacho ha echado a todos los que le molestaban. ¡Eso es lo asambleario!… ¿Y dónde está el partido comunista? ¿Y lo del PSOE? ¿Y la cultura del pelotazo de los 80? ¿Y lo de Bankia? ¿Y los ERES en Andalucía?…

Ahora, me siento a ver Cielo amarillo, de William A. Wellman, o La ruta del tabaco, de John Ford, o La regla del juego, de Jean Renoir… Y miro al lado y veo al chaval que fui… Y que aún soy.

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